Por estos días empiezan a aflorar las invitaciones a reuniones, almuerzos, charlas y llamadas de viejos amigos, que desde hace tres años no aparecían. Los sábados dejan de ser familiares y las noches ya no son para noticias y telenovelas. Al menos eso les está pasando a muchos jóvenes universitarios y recién egresados que han mostrado capacidad de liderazgo, participación y gestión en la búsqueda de un cambio estructural en Colombia. País, que hemos heredado fragmentado y casi en coma, pero que no perdemos la esperanza de reconstruir para las futuras generaciones.
Los jóvenes actuales tenemos un gran reto, aunque no diferente al que tenían nuestros antecesores universitarios. Pues la historia demuestra cíclicamente que las características generales del país no han cambiado mucho desde hace varias décadas. Tampoco las generaciones de soñadores y empedernidos, muchos hoy frustrados frente a tanta confusión y crisis. El gran reto es la manera de enfrentar la política, lo público y hasta lo electoral. Pues el desgaste y desprestigio de los partidos políticos tradicionales han abierto las puertas para que cojan cada vez mas fuerza las propuestas alternativas e independientes. Llueven proyectos políticos de un lado y otro, algunos parecen más propuestas electorales y cortoplazistas, y otros más conceptuales e ideológicos. Unos parecen quedarse en lo simplemente pragmático, mientras otros parecen irse a los ámbitos visionarios y hasta utópicos.
De una u otra manera, ninguno parece tener color rojo o azul, o al menos eso dicen quienes los promueven. La gente esta cansada de los políticos tradicionales y sus vicios. De allí surge precisamente el gran reto que los jóvenes tenemos que empezar a enfrentar, abonar la semilla para cosechar a través de la democracia un resurgir de la ciudad, el departamento y la nación. Sorpresivamente para algunos, el llamado se les vino encima más rápido de lo que pensaban. Pues como toda democracia, la política no se puede concebir sin lo electoral, y a escasos nueve meses tendremos que salir y respaldar con el voto a quienes queremos que nos representen en las decisiones públicas.
Quienes aspiran a un cargo de elección popular empezaron desde ya la cuenta regresiva hasta octubre. Dicha carrera mueve el ambiente político en la ciudad y retorna la reflexión de la opinión pública frente a los mandatarios que queremos y que nos merecemos. El año empieza con agitación política progresiva y con nuevos retos para la juventud, que ojalá los enfrente coherentemente con el sentir de una ciudad que solo espera cambios y acciones renovadoras. Solo formulas frescas, alternativas, independientes y sobretodo transparentes, podrían retornar la confianza a una ciudad que lanza gritos de desesperación.
(Publicada en: Diario Occidente. Cali, 29 de Enero del 2000. Pág.31)