octubre 20, 2003

No hay derecho!

Antes estábamos cagados... pero ahora El Tiempo se nos vomitó encima.

Antes que nada quiero hacer la aclaración de que no tengo nada contra Juan Lozano, independientemente de diferencias y suspicacias con el ambiente político que lo está rodeando, creo que es un tipo serio y honesto. Ya desde hace varios años apreció más que su labor periodística su gestión a favor de la transparencia y la anticorrupción.

De alguna manera tengo mis afectos por Bogotá y me interesa conocer sobre su administración. Cuando vivía en Cali, Bogotá era para mi lo es Montreal ahora que vivo en Ottawa. Sin embargo, no es la campaña a la alcaldía misma la que me impulsa a escribir esta nota, si no el descarado editorial dominical de El Tiempo del 19 de octubre de 2003.

Qué por naturaleza todo periódico ejerce influencia política, claro. Qué de alguna manera el editorial representa esa posición política del periódico, claro. Pero que El Tiempo (el único diario de circulación nacional y la website mas leída por los colombianos en el exterior), en su editorial del domingo (el día de mayor tiraje), señale quien debe ser el alcalde de Bogotá (un accionista y ex empleado de esa empresa), definitivamente es una actitud deplorable.

Si esto sucediera en un país donde existieran tres o cuatro diarios fuertes, cada uno con diferentes posiciones políticas, pues vaya y venga. Pero en un país como Colombia, donde existe seméjate monopolio informativo, siente uno como si los poderosos que manejan los medios le dieran una cachetada en la cara y luego se sentaran a reír.

Seguramente Lozano no lo haría mal en la alcaldía, ese no es el problema. Pero ojalá, por el bien de el país, ganara Lucho y pudiéramos sacudirnos de esa cachetada y de todas esas barreras que los privilegiados le ponen a la democracia. Quien quede de alcalde es una decisión pública y no privada, como lo quieren quienes representan los intereses de la Casa Editorial El Tiempo.

Ahora, el texto del editorial es curioso por sí mismo. Primero le dicen a la gente que Lozano debe ser el alcalde y luego le echan flores a Lucho y el PDI. El que peca y reza, empata. Como si a ellos mismos les diera vergüenza de lo que estaban haciendo. Además hay lindas perlas en el texto. Por ejemplo, dice El Tiempo que la izquierda "tiene por delante fértil terreno social para avanzar en su búsqueda del poder político". ¡Mentiras! El mismo editorial lo demuestra. En otras palabras el mensaje que enviaron fue: vamos a hacer todo lo posible para que la izquierda no avance más en su búsqueda del poder político. También dice El Tiempo, cínicamente, que Garzón tendría una "precaria gobernabilidad". Y ellos saben porqué lo dicen, pues también lo demuestran con acciones como estas. Si a Lucho le ponen las barreras que le ponen como candidato, imagínense como alcalde.

Pero afortunadamente al editorial de El Tiempo le va a pasar lo que desafortunadamente le paso a la entrevista de Samper hace un par de semanas en el mismo periódico. Las frases de Samper a favor de Garzón solo beneficiaron a Lozano. Y ahora las frases de El Tiempo a favor de Lozano solo beneficiarán a Lucho. Así es, muchos de los aún indecisos desconfiarán de este descarado atropello e irrespeto de tratar de manipular su voto desde el poder de los medios. Estos votarán contra El Tiempo, es decir a favor de Garzón.

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Aparte: Me gustaría mucho saber que piensan Javier Darío Restrepo y Germán Rey sobre esta salida de El Tiempo.

octubre 05, 2003

Tango

Dice la revista Número en un reportaje que Enrique Santos Discépolo (máximo creador del tango, según la misma revista) definió el tango diciendo: "Es un pensamiento triste que se baila".

La penetrante y fija mirada de Mario Suárez lo confirma. Lo mismo que las imágenes en su cabeza, sus pensamientos, sus palabras.

La política se mete en todo. Hasta en el tango. Hasta en las películas sobre el tango. La historia siempre se quiere maquillar, "el pasado es un proyecto que se quiere abolir". Pero siempre vuelve, cómo dice la película que decía Borges.

Elena tiene 23 años. Su elegancia en el baile es tan fiel a su figura como su cara de angustia lo es a aquella escena de la obra. Mario si se enamoró de Elena. Ella no de Roca pero tampoco de Mario. Pero a éste lo siente, lo acompaña.

La música del tango es tan triste como su baile tan sensual. La melancolía contrasta con la elegancia y con la sonrisa del final de la pieza. Sin embargo la alegría de la milonga se siente tanto en las notas musicales como en las piernas de los danzantes.

Yo no sé nada de tango pero digo que el tango es una mujer. Y a veces hasta dos, como en la película, en la escena de los ventiladores.

octubre 02, 2003

El otro día fui a ver "Anything else"

Tal vez lo mejor de haber visto Anything else fue la remembranza de New York, una ciudad que desde mi primera visita me extendió una permanente y tentadora invitación. Sólo faltó la escena en el metro, pues Allen presenta el panorama de la vida de un joven escritor en el Middle Manhattan: caminatas por el Central Park, reflexiones al borde del río Hudson, restaurantes y cafés al gusto, taxi drivers respondiendo preguntas no formuladas, andenes creando y recreando historias, tiendas, estudios, informales estudiantes, maniáticos profesores y businessmen con mujeres en tacones. Uno siempre está planeando su próximo viaje a New York, y una película de Allen es una buena prueba a distancia.

La otra remembranza fue la del taxi, mejor dicho la del taxista. El último taxi que tomé fue el que me llevó, hace ya más de un año y medio, desde el terminal de bus hasta el apartamento al que llegué a vivir en Canadá. Acá no es que no haya taxis pero es que uno no los usa. Pues además de que siempre me he transportado o en bus o mi carro, tengo la percepción de que andar en taxi me llevaría al borde de la ruina. Pero lo que decía era que, a pesar de la desconfianza propia a los taxistas (siempre pensé que me querían tumbar -sobre todo en Bogotá-) y de que siempre lo consideré mejor opción que coger bus o manejar (aunque no fui consecuente con ello), no había caído en cuenta -como ahora- de la falta que me hace la voz cotidiana del taxista. En fin… las ideas sobre el taxi quedan en continuará…

Ayer, el primer día de octubre, la temperatura bajó drásticamente. Hoy, en vez de ir a mi a veces aburrida clase de francés, preferí venir a almorzar al centro de Ottawa y percibir la ciudad en esta época de cambio. Y vaya cambio. El ambiente es de muerte, o más bien de entierro, o más bien (y realmente) de encierro. El "patio" del restaurante Nickels desapareció. Es ya un planchón de cemento uniforme lo que hasta hace un par de días era una colorida plazoleta de mesas, asientos, botellas de vino, pancartas, ensaladas verdes, cervezas y flores.

Al empezar la tarde la lluvia vino con vientos ya no frescos sino fríos. Caminé un par de cuadras desde el restaurante hasta Planet Coffee, mi café preferido, y encontré la puerta cerrada y en el interior más gente que de costumbre esta hora.

Tal vez lo mismo estará pasando en un par de semanas en New York. Woody Allen lo podría describir muy bien. Anything else se desarrolla tal vez entre esos días en que la jubilosa primavera le da paso al apasionante verano. Escribir estas frases me ponen en aviso de mi excesiva fijación en el cambio de estaciones…

Pero, que vá, estos cambios drásticos no deben ser más que cosas simples de la vida, just like anything else… think about it!