junio 15, 2006

En la mitad del año

A Mario Hernán le ha dado por promocionar mi bitácora en construcción, de la que hasta yo mismo me había olvidado. Y como conozco sus buenos oficios de incitador de conversas y animador de recorridos por el sendero de la palabra, pues me tocó venir a prender otra vez la luz del faro. Y dar explicaciones no pedidas de cosas inexplicables.

El intento por medio organizar algunos de los textos que no se aguantan la soledad del silencio, ya me había picado varias veces. Pero que camello tan berraco que era mantener una página web, sobre todo porque cada ocho días le cambiaban a uno las condiciones tecnológicas. Y aunque todavía soy hincha del principio KISS ("Keep it simple, stupid"), no podía estar toda la vida tratando de aprender los códigos html cuando el bombardeo de formatos para web crecía a ritmos acelerados. Y apareció, por fin, una plantilla de página web para dummis, y le llamaron weblog. Ese mediador entre el usuario promedio y la vasta red que le salvó la vida a los webmaster. Y me picó el bicho. Y se alumbró el faro.

Nada especial, luces opacas que tratan de desempapelar archivos olvidados en algún lado. Y una auto-invitación a seguir conversando, a seguir caminando, y a contar cosas que pasan en el camino; esas cosas que dan piquiña si se quedan adentro.

No es más. Ni menos.

mayo 26, 2006

Rocket Fuel Café, Toronto

Los seres humanos tenemos la manía de asignarle características humanas a las cosas para calificarlas. Es una herramienta bien limitada, pero mientras no la supere del todo seguiré cayendo en ese otro ejemplo de antropocentrismo.

Rocket Fuel Café es una cafetería con personalidad. Tiene carácter, y en ella se reflejan la experiencia que sólo dan los años. Aunque su estilo no es anticuado ni moderno, sabe defenderse bien de los caprichos de la tradición y los arrebatos de la moda.

Está metido en una zona de Toronto que ha cambiado paulatinamente, pues el urbanismo actual es muestra de los estragos de la marginalización social y la valorización que le da estar tan cerca del gran lago. Contrastes estos que se reflejan en la diversidad de sus visitantes.

Rocket Fuel Café es uno de esos lugares que uno quisiera tener en su barrio. En los que uno piensa un martes en la noche o en el atardecer de un sábado gris, cuando la cafeína y la conversa reclaman una corta caminada.

mayo 22, 2006

De lejos, Colombia se ve más turbia

Me propuso el gran animador de esta loca* que escribiera algo sobre las elecciones en Colombia, cosa que, en realidad, no se me había ocurrido. Hasta sé que estoy en deuda con escribir algo sobre el resultado de las elecciones canadienses.

El tono de la propuesta (“Tu distancia siempre ayuda a ver con otros ojos las cosas del país”) me recordó inmediatamente a Serrat, y a un admirador de Serrat. Recordé cuando hace como cuatro años pasé por la oficina del profesor Hernando Llano (a quién lastimosamente no le leemos su Calicanto en el Periódico El País de Cali desde que se le ocurrió, hace también como cuatro años, escribir algo un poco fuerte sobre las elecciones del 2002 y el candidato favorito, Uribe. No le publicaron su columna, y le cancelaron el contrato). A Hernando le sorprendió que me fuera del país, pero me dijo: “De lejos, dicen que se ve más claro… diría Serrat”.

Desde lejos, es posible que se vea más claro. Pero mi Colombia, de hecho, se ve más turbia. Mi país se ve borroso y oscuro. A veces un poco tenebroso. Puede ser efecto de la distancia, aunque si uno lo mira cartográficamente, nuestra Colombia se ve con un poco de distorsión en el contexto del Sur. A mucha gente en el Norte le está empezando a llamar la atención el viraje a la zurda que está dando Latinoamérica, y podría decir que hasta se ve con buenos ojos, por lo menos con visibilidad mediática.

Mis visiones podrían ser tan sólo una imagen virtual. Aunque no se necesita la distancia para caer en juegos de visiones e ilusiones. Cuando hablo con la gente en la calle, visitando pueblitos y plazas de mercado; me da la impresión que al país al que se refieren los mandatarios en televisión es otro, es uno que está tal vez en su virtualidad y en la de sus amigos.

No veo televisión por cable (ni satélite) y aunque tengo acceso a internet, durante el último año no he visto noticieros ni he escuchado muchos programas radiales de Colombia. Leo algunos periódicos y revistas colombianas on-line, pero sobretodo me alimento de fuentes internacionales, muchas de las cuales hacen seguimiento detallado de lo que pasa en Colombia, Latinoamérica y el mundo. Además, en el exterior, uno se encuentra mucha gente de diversos países, muchos muy bien formados e informados, y no faltan las tertulias donde se comparten experiencias y donde uno no deja de sorprenderse de las cosas claras o turbias que pasan en la lejanía.

Y a pesar del pesimismo que me puede generar mi distante mirada de la realidad colombiana, la campaña electoral me han generado un emocionante optimismo. Veo mucha gente decepcionada con el gobierno actual, veo mucha gente que ya no come cuento, veo mucha gente que le va a apostar a otra propuesta. Percibo que esta vez la izquierda acertó con el candidato y que mucha gente se está dando cuenta de que quienes tenemos ideas socialistas no comemos gente. Creo que se abre una oportunidad. Y creo que Colombia la va a aprovechar.

Diego Porras
Ottawa/Gatineau, Canada
Mayo 22 de 2006

* Escrito para LaLocaDeLaCasa (http://www.lalocadelacasa1.blogspot.com)

¿Por qué voy a votar por Carlos Gaviria?

Sería muy fácil explicar porque no votaría por Álvaro Uribe, pero creo más importante explicar porque voy a votar, tan decididamente, por Carlos Gaviria.

Yo mismo me considero parte de una minoría privilegiada (estudié en colegio privado, tuve acceso a educación superior en Colombia y en el exterior, he tenido la oportunidad de salir del país voluntariamente, no me ha faltado salud, ni trabajo ni techo ni alimentación estable, entre muchas otras cosas que aunque parezcan tan básicas no las pueden gozar las mayorías), y a pesar de lo difícil que es resumir o sintetizar al hablar de política, si no tuviera más espacio diría que voy a votar por Carlos Gaviria porque tengo la certeza de que trabajará duro en un gobierno para todos los colombianos, no sólo para las minorías privilegiadas.

Confieso que hace algunos meses, cuando se pensaba que el candidato del Polo Democrático iba a ser Antonio Navarro, me disponía a preparar mis argumentos para votar en blanco, como acertadamente lo hice en las elecciones presidenciales del 98. Pero afortunadamente Gaviria ganó la consulta popular en marzo y desde ese momento no he dudado de mi intención de voto.

Le escuchado decir a algunos indígenas del Sur de Colombia: "Aquí manda el pueblo y el gobierno obedece". Y en realidad creo que se necesitan gobernantes muy humildes, como el señor Carlos Gaviria, para pensar en que esa frase que tan realista debe ser, pudiera llegar a ser más que una utopía. Cuánta emoción no sentiría si la próxima vez que pise suelo colombiano me imaginara ese letrero al bajar del avión.

Desde hace 187 años (sólo contando la historia reciente) le hemos dado la oportunidad a una clase dominante, tradicional, bipartidista, para que lleve las riendas del país. ¿El resultado? Basta con mirar alrededor y observar las condiciones reales en las que se encuentra más de la mitad de los colombianos. Es el momento de darle la oportunidad a una propuesta diferente, renovadora, ni conservadora ni del Partido Liberal. Los colombianos tenemos que darnos ya la oportunidad de ser gobernados de otra manera.

Ojalá la gente en Colombia tuviera conciencia de la dimensión de la propuesta de gobierno del Polo Democrático Alternativo y de la calidad humana y claridad mental del candidato que tienen al frente. Creo que éste es el mejor candidato que ha tenido Colombia por muchos años. Además la aspiración al poder de un tipo como Carlos Gaviria le cae muy bien a Colombia en un momento tan importante del contexto geopolítico mundial. En América Latina, la gente está respaldando a gobernantes que ofrecen renovación y un giro notorio en el manejo de lo público.

En el perfil de Carlos Gaviria uno puede ver cosas como: sensibilidad social, sensatez, seriedad, tolerancia, ética, integridad. Cualidades importantes para un mandatario. Eso sumado a su ya conocida trayectoria académica, su conocimiento del marco jurídico y constitucional colombiano, y su formación política que le ha permitido entender y conocer muy bien la actualidad de este país.

También voy a votar por Carlos Gaviria porqué sí creo que hay que derrotar a las FARC cuanto antes. Pero a las FARC hay que derrotarlas políticamente. La estrategia militar de Álvaro Uribe no sólo no ha acabado con el conflicto armado sino que lo ha intensificado. Es obvio que el Estado debe fortalecerse en lo militar y defender continuamente sus instituciones y ciudadanos, pero incendiar al país de esa manera ni resuelve el conflicto ni le trae paz duradera a nuestro país. Lo que sí creo es que a las FARC se les pueda derrotar en el campo político. El proyecto del Polo Democrático encabezado por Carlos Gaviria es la principal arma para deslegitimar a la guerrilla y buscarle salidas negociadas a la terrible guerra que nos agobia. El proyecto de Uribe y sus amigos no sólo justifica el descontento social sino que podría ser cuna para futuras rebeliones. Tenemos que ser realistas, las FARC no se van a desmovilizar por puestos políticos ni alternativas de empleo. La cuestión no es sólo de prometer sentarse a dialogar (muchos gobiernos lo han hecho anteriormente) sino de derrotar a la guerrilla con acciones políticas y cambios sociales reales y de fondo.

Es paradójico pero el mismo Luis Carlos Sarmiento (uno de los colombianos más ricos, banquero y profundo uribista) lo reconoce en una entrevista reciente en la Revista Semana: "…la derrota final de la guerrilla se producirá cuando la gente tenga un bienestar aceptable, un buen estándar de vida. En ese momento la guerrilla se acaba sola…".

Un gobierno de Carlos Gaviria sería un primer impulso para una Colombia diferente, más incluyente; pero sobre todo, su gobierno haría una magnifica labor pedagógica en un país tan mal informado. Es hora de que los colombianos empecemos a entender las causas y las raíces profundas de los problemas y la violencia que padecemos.

Creo que nunca he votado con tanta convicción como lo voy a hacer el próximo domingo. Voy a votar por un tipo serio, sereno, tolerante, coherente, de mente abierta y luchador por el derecho de las mayorías; pero siento que esta vez voy a votar no sólo por un candidato, voy a votar por una definición político filosófica. Este 28 de mayo en la Embajada de Colombia en Ottawa, voy a votar por la equidad, por la justicia y por defensa de la libertad. Voy a votar por la definición de la Colombia que quiero para mis sobrinos, para los hijos de mis primos y mis amigos, y para las futuras generaciones de colombianos.

abril 16, 2006

Santas Preguntas Elenas

Dice un amigo que uno en Semana "Santa" no debe hacerse preguntas tan trascendentales. Pero cuando este puente largo pasa así, sin pena ni gloria, tal vez el común denominador sea llenarse de preguntas.

Dicen las noticias, es más, dice el mismo Antonio García en entrevistas en La Jornada y TeleSur, que hay posibilidades de desmovilización de la guerrilla que preside. Pero para personas como yo, dentro del montón de la sociedad civil educada fuera de contexto, hay cosas del conflicto armado colombiano que le resultan difícil de entender. Y surgen las inquietudes:

¿Por qué será que el ELN se nota a favor de una negociación con el gobierno más derechista (entre los derechistas) y más capitalista (entre los capitalistas)?

Raro, ¿no? De verdad me intriga.

Y mi cabeza hace una lista de hipotéticas respuestas:
1. ¿Será que el ELN está en realidad derrotado militarmente?
2. ¿Será que los actuales dirigentes del ELN se cansaron y se dieron cuenta que era mejor que todos hubieran tomado el camino de sus desertores de la Corriente de Renovación Socialista (no seguir en la guerra pero seguir comentándola -y viviendo de ello-)?
3. ¿Acaso el ELN se está preparando para una negociación con el futuro gobierno de Carlos Gaviria?

Ni idea.

enero 20, 2006

¿Dónde estás abril?

Desde que vivo en un país con estaciones he querido encontrar porqué hay tantas referencias al mes de abril, en citas históricas importantes como en citas ficticias entre cuenteros y poetas, de esos callejeros, de bar de esquina. Incluso me sorprendía que cantautores caribeños y tropicales le dedicaran prioridad entre los meses, le dieran como cierto privilegio.

Debo reconocer que sólo acá, en el Norte, entendí porqué las metáforas las hacían con ideas de nacimiento, de resurrección, de fecundidad. Pero eso me llevaba a una nueva diferencia conceptual, con las ideas del otoño representando la muerte, la caída, el final. Yo lo percibo un poco diferente: el otoño es tan sólo el preámbulo de la muerte, es la antesala. La muerte misma es el invierno. Ahí si es donde la vida escasea, donde los colores se esconden. Y de después llega la primavera, la apertura, la frescura, la vida misma. Y es abril.

Pero en lo que al Sur se refiere y en lo que mi memoria me lo permite, y tal vez sea por mi no muy madura edad, mi percepción de la vida era muy similar en cualquiera de los meses del año, en cualquiera que fuera la temporada.

Sin embargo las contradicciones insisten. El año pasado mientras recibía la primavera allá abajo donde ella no existe, en el Trópico; les dio por resucitar a las más marchitas flores y se entrelazaron arco iris en los cielos. Y conocí abril. Sólo hasta entonces, a pesar de mí edad ya un poco más madura.

Y ahora lo busco. Lo espero. Y ya viene…