Los seres humanos tenemos la manía de asignarle características humanas a las cosas para calificarlas. Es una herramienta bien limitada, pero mientras no la supere del todo seguiré cayendo en ese otro ejemplo de antropocentrismo.
Rocket Fuel Café es una cafetería con personalidad. Tiene carácter, y en ella se reflejan la experiencia que sólo dan los años. Aunque su estilo no es anticuado ni moderno, sabe defenderse bien de los caprichos de la tradición y los arrebatos de la moda.
Está metido en una zona de Toronto que ha cambiado paulatinamente, pues el urbanismo actual es muestra de los estragos de la marginalización social y la valorización que le da estar tan cerca del gran lago. Contrastes estos que se reflejan en la diversidad de sus visitantes.
Rocket Fuel Café es uno de esos lugares que uno quisiera tener en su barrio. En los que uno piensa un martes en la noche o en el atardecer de un sábado gris, cuando la cafeína y la conversa reclaman una corta caminada.
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