enero 09, 2001

Sobre "La Virgen de los sicarios"

(Carta a la Revista Semana sobre columna de María Isabel Rueda)

No acostumbro a leer a María Isabel Rueda. Las pocas veces que leí sus columnas me dejaron lejos de sentirme tentado a volverla a leer. Sin embargo, no pude contenerme de leer lo que decía de La Virgen de los sicarios, como lo he hecho con muchos otros que la han comentado públicamente.

Parecería que se hubiera equivocado de cinta al referirse a un "argumento superficial" y que "tiene muchos visos de ser real, sin serlo." Todos sabemos (tal vez no todos, pero muchos) que en Colombia no asesinan por que sí, ni le escupen a la estatua de Bolivar por que sí. Pero también sabemos que dentro de este complejo y conflictivo país si pareciera que las cosas pasaran por que sí, y eso es lo que nos muestra la cotidianidad y algunas películas colombianas. Además, sabemos también que en Colombia los presidentes si salen en la televisión por que sí y hasta que muchos escriben en revistas por que sí. Parece que María Isabel vive en otro país. Tal vez en el mismo país en el que cree que vive Andrés Pastrana.

Ojalá la Señora Rueda no "se deje tentar" con ver Amores perros. Presiento que su comentario sería tan desafortunado como el que hace de la película de la novela de Vallejo.

enero 01, 2001

Desde el olvidado Chocó, Colombia

Saludo de comienzos de 2001

Afortunadamente las tarjetas ya no llegan en papel, aunque (la mayoría) las reciba cuando ya no es Navidad, pues por esa época huyo del olor a compras. Mi buzón de correo-e (inbox) las acumula al lado de los si frescos saludos de año nuevo.

Esta vez escapé a la costa pacifica, a la zona de Bahía Solano (Ciudad Mutis), El Valle y la Ensenada de Utría, en el olvidado departamento del Chocó.

Las bellezas y sorpresas de la naturaleza nos recuerdan que la vida seguirá siendo un misterio que el hombre no ha podido entender ni entenderá. El mundo marino es tan colorido e impactante como la fauna y flora de esta húmeda zona tropical rica en biodiversidad. La zona es todo un espectáculo natural.

Los "paisas" que se enamoraron de esa tierra y se quedaron, dicen que por allá todavía se respira tranquilidad, que no ha llegado la guerrilla ni (por consecuencia) los paramilitares. Lo curioso es que en Bahía hay una base militar y el muelle lo frecuentan botes de la Armada Nacional.

Los indígenas Embera bajan con frecuencia de sus comunidades de orillas de río en la serranía del Baudó para intercambiar sus escasos recursos agrícolas en los pueblos de negros pesqueros apegados a la costa. El cruce de culturas tiene limites como lo tiene el cruce de aguas dulces con saladas.

El olvido y la miseria son fácilmente perceptibles en esta zona donde los negros y los indios nos recuerdan que hacen parte de un país que no conocemos. Que viven (o sobreviven) de acuerdo a cosmovisiones que no entendemos y que mucho menos respetamos. Ellos conviven con fuerzas naturales y exóticas especies que nos muestran cada vez más claro lo que nuestros ojos occidentalizados no pueden ver: Que la lógica política, económica y social a la que le hemos creído, nos lleva a cada vez más guerra, infelicidad y destrucción.

Sin embargo esas mismas fuerzas de la vida también nos invitan a reconstruir, a invocar a la esperanza y a seguir trabajando por calidades de vida más dignas y armoniosas.

El reto es cada vez más grande y mi saludo de nuevo año es una invitación a dejarnos llevar por caminos de vida y no de destrucción, a dejarnos invadir por la sensibilidad para convivir y respetar al otro. A que no dejemos de soñar. Y a que pongamos a esos sueños ropa de trabajo.