Ayer, cuatro de febrero, yo no marché.
Me rehuso a dejarme manipular por intenciones maniqueas que nos quieren encasillar en un lado o en otro.
Me rehuso a creer que la guerra es la salida, a caer en el juego de quienes nos presionan por todos los medios para que legitimemos lo ilegitimo, para que justifiquemos lo injustificable: acabar la guerra con más guerra, con más muerte y más destrucción.
No puedo darle mi apoyo a un cheque en blanco para que se aniquile al enemigo al costo que sea, por encima de lo que sea, caiga quien caiga.
Yo no marché y no apoyo a las FARC ni a ningún grupo armado. No marché y no apoyo al gobierno actual en el que no confío y que no me representa.
Yo no marché, me quedé en mi casa gritando en silencio en solidaridad con las víctimas, con todas, las víctimas de una guerra que nadie explica, que nadie entiende.
Yo no marché, ni bobo que fuera.
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