Ha sido muy difícil acertar en la estrategia de oposición al gobierno colombiano que completa 8 años en el poder. La estrategia contra-oposición ha sido contundente y a quienes nos oponemos por principios al régimen implantado desde la presidencia nos quedaba poco margen de maniobra. La manipulación de la opinión pública desde el poderoso aparato que coordina el Poder Ejecutivo era imparable y uno veía con tristeza como se atornillaba a un poder totalitario mientras minaba la estructura estatal por dentro, queriendo obtener el control absoluto.
Yo siempre le decía a la gente bajo el encantamiento uribista que más allá de las descalificaciones y las acusaciones contra el pasado y presente del presidente, lo más preocupante eran los daños irreversibles que se estaban haciendo al país. Ese es el verdadero problema de los ocho largos años que fortuna están terminando.
Los daños por reparar que nos deja este gobierno son muchos, algunos difíciles de remediar y otros irremediables, repito, irreversibles. Por ejemplo, ¿A quién le puedo reclamar por los daños irreversibles que causan (a la tierra y a la salud humana) los sembrados de maíz transgénico que me como en mis arepas? ¿Quién le devuelve la vida a los campesinos y jóvenes inocentes que murieron victimas de una mal enfocada e irresponsable estrategia contra-insurgente? ¿Quién le devuelve la tranquilidad y honorabilidad que le arrebataron sin justicia alguna a periodistas y defensores de derechos humanos? ¿Cómo reversamos las balas y el presupuesto militar para convertirlo en escuelas y oportunidades para parar la pobreza? ¿Podrán regresar a su casa, a su tierra y vivir de ella los millones de desplazados? ¿Quién le devolverá la biodiversidad arrasada a los pedazos de selva tapizados por monocultivos que enriquecen a unos pocos? ¿A dónde acuden los adultos mayores perjudicados en su seguridad social por los cambios en la política de pensiones? ¿Cómo recuperan su trabajo y sus ingresos los desempleados y quebrados por las políticas económicas y las reformas laborales? La lista puede seguir. Pero los daños no son sólo físicos, también son igual de graves los daños a la ingeniería constitucional, a la estructura del Estado, a los frágiles cimientos de la anhelada democracia.
Hoy sale una evidencia, tan clara como triste y tenebrosa. La investigación por las interceptaciones ilegales del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) demuestra que no son menores ni aisladas, hacían parte de esa estrategia de atornillamiento en el poder y aniquilamiento del derecho a disentir. Acciones que despejarían el camino para un modelo de país que no sólo es excluyente, anti-democrático e inequitativo, si no que causa daños irreparables tanto en los individuos, como en lo social, en lo político y en lo económico.
Sugiero darse 15 minutos para escuchar el editorial de Juan Gossain sobre el tema, con documentos oficiales allanados por la Fiscalía en las oficinas del DAS:
http://www.rcnradio.com/node/22862
O en menos minutos leer el resumen que hace Antonio José Caballero:
"Operaciones peligrosas"
Hay cosas que no podemos tolerar. Ni mucho menos repetir.
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