Me quedó sonando lo de Oslo (www.osloconference2010.org), eso de que el FMI convocara conjuntamente con la OIT a una conferencia sobre temas económicos y sociales. Cosas raras que traen las crisis. Hasta el agua y el aceite se unen para no perder la esperanza. Tuvo en realidad poco eco, menos del que se esperaría para un evento de temas tan importantes y con personajes tan decisorios. Tuvo más eco en Europa y esperemos que lo que ahí se dijo se siga difundiendo y debatiendo. Hay varias cosas que llaman la atención. Comento algunas para la reflexión:
- El agua y el aceite. Me imagino a los extremistas del sindicalismo trasnochado tildando de traidor a Juan Somavia, Director General de la OIT, por haberse “vendido” a los intereses del monstruo, el FMI. Es cierto, hay que analizar las consecuencias monstruosas de las recomendaciones del FMI en muchos países para entender que se merece el calificativo. Pero que el monstruo empiece a hablar de “la paz y la cohesión social”, de “pobreza y situaciones vulnerables”, de “las penurias de los trabajadores”, del “panorama desigual”, del “costo humano” (¡!); amerita sentarlo en la mesa. Más cuando sabemos que el monstruo tiene la sartén por el mango. Claro, no nos podemos hacer ilusiones, no somos tan ingenuos, pero algo bueno podría salir, o por lo menos empezar a cocinarse de la “urgente” desesperación del FMI por mantener la estabilidad económica del planeta y de sentarse a dialogar de eso con la OIT. Cabe recordar que es la primera vez en la historia que estos dos organismos organizan una reunión pública en conjunto, es sabido que la compatibilidad no es su activo común, tal como reconoce Dominique Strauss-Kahn (IMF Managing Director): “it is no secret that we have not always seen eye to eye”.
- Que desde la OIT se diga que “Cuando el crecimiento no es justo, se torna insostenible” no nos causa mayor sorpresa. Sabemos que Somavia no exagera. Pero sí es sorprendente leer las declaraciones tanto del mismo Strauss-Kahn como de Olivier Blanchard, Economista en Jefe del FMI, tanto por su contenido social como por su tono alarmante; hasta podría uno pensar que es un poco exagerado, viniendo de quien vienen. Dice Blanchard, entre otras cosas: “Necesitamos crecimiento, pero necesitamos un crecimiento que incremente el empleo”… “Tenemos que actuar con rapidez antes de que el desempleo se transforme en un problema estructural”… “La prioridad más urgente no es la redistribución, sino una reducción del costo humano de la crisis”… Y las palabras de Strauss-Kahn parecen estar centradas en el miedo a perder la estabilidad, en que se nos desfonde la estructura. Entre otras cosas menciona que “el mercado laboral está en una situación desesperada”… que la “devastación” de la recesión económica “amenaza el sustento, la seguridad y la dignidad de millones de personas a lo largo del mundo” e invita al planeta a actuar en conjunto antes de que sea demasiado tarde.
- Por otro lado, para acabar de completar la torta, el Primer Ministro de Grecia, Geroge Papandreou, dijo que “necesitamos humanizar la economía global”; mientras Zapatero, el presidente del gobierno español, sentenciaba: “La crisis del desempleo es la peor que el mundo está enfrentando en este momento” (…) “el futuro de millones de personas está en juego… el futuro de nuestro mundo -prosperidad y paz- está en juego”.
- Con todo esto, podemos preguntarnos: ¿Qué es lo que en el fondo le preocupa al Fondo Monetario Internacional? ¿la tranquilidad de los desempleados? ¿los ingresos de la mayoría? ¿la calidad de vida de las familias? O no será que lo que les está preocupando es que la crisis económica, la del desempleo como principal consecuencia visible y palpable, llegue hasta niveles tan profundos que provoque un caos social. Los anarquistas deberían estar saboreando estas noticias, la desesperanza de quienes influyen la toma de decisiones en política económica global, puede dejar entrever que no es tan descabellado pensar en que podamos tocar fondo, en el derrumbe del sistema, en la terrible e impredecible situación en la que entraría el mundo si se nos cae la estructura monetaria que lo sostiene. Por eso, seguramente, los economistas del FMI están hablando de paz, de “pensar diferente”, de “las nuevas fuerzas económicas post-crisis”, de “juntos construir un mundo mejor”, de cohesión y protección social.
Cuando el río suena, piedras trae, dice mi abuelita.
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