El pasado 9 de octubre dos proyectiles de la NASA (la agencia espacial de Estados Unidos) impactaron la superficie de la Luna. El gobierno estadounidense, con el objeto de buscar agua, se atribuyó el derecho a perforar la Luna. Algunos científicos sospechan desde hace rato la existencia de humedad en la Luna y esto los ha animado a continuar la búsqueda. Los proyectiles alcanzaron el cráter Cabeus A, cerca del polo sur de la Luna, donde el cohete Atlas, de 2.3 toneladas, fue el primero en colisionar provocando un hueco de 20 metros de diámetro por cinco de profundidad y una nube de polvo y escombros en la superficie lunar. Cuatro minutos más tarde lo siguió una sonda, de 891 kilogramos, equipada con instrumentos científicos que buscarían evidencia de hielo en las partículas que se desprendieron de la superficie lunar por el impacto del cohete. Hasta la fecha la NASA no ha mostrado imágenes del experimento, pero comentó que el impacto fue un éxito. Los resultados están en estudio.
Para evitar polémicas, desde antes de poner en marcha la operación, la NASA había anunciado que el impacto, a una velocidad de 9.000 kilómetros por hora, no representa ningún riesgo para la superficie ni la atmósfera de la Luna. Sin embargo, de comprobarse la existencia de agua en este satélite natural las consecuencias para la humanidad serían de gran importancia. El experimento preveía que 350 toneladas de material se elevarían a unos 10 kilómetros de altura y esto permitiría recolectar evidencias para salir de dudas sobre esta importante misión que sólo podría traer beneficios a la posibilidad de establecer bases habitables por astronautas en la Luna. Amanecerá y veremos…
¿Cómo hacemos para entender que el ser humano, a través de la agencia espacial del país (aún) más poderoso, gaste cantidades impresionantes de energía en buscar agua fuera de nuestro planeta? Asombroso e impresionante para algunos. Inexplicable para muchos. Innecesario para otros. Al fin y al cabo una búsqueda incierta, difícil, explicable para mí solamente a través de un símil: la búsqueda de indicios de democracia en la Tierra. Mientras unos buscan evidencias de agua en la Luna otros buscamos evidencias de democracias en la Tierra. Así de simple, al ser humano le gustan los retos difíciles, inalcanzables a simple vista.
¿Habrá agua en la Luna?, ¿Habrá democracia en la Tierra? Las evidencias son mínimas, son simples sospechas pero son pocos los indicios serios. La búsqueda continúa y mientras tanto los poderosos del mundo se seguirán atribuyendo derechos en la tierra y el espacio, a nombre del futuro de la humanidad; y porqué no, a nombre de la incomprensible e inexistente democracia.
octubre 26, 2009
octubre 13, 2009
'El Tiempo' me da lastima
La leí dos veces. Y una tercera. Y aún me sigue sorprendiendo el tono y el juego de palabras de la "N. de la D." (asumo que es una "Nota de la Dirección") al final de la columna de Claudia López del 12 de octubre de 2009 en diario El Tiempo. Me cuesta realmente creer que esas sean palabras escritas por Roberto Pombo.
No me sorprende la intención del periódico de despedir a Claudia López como columnista, pero me resulta de tremendo mal gusto e incluso un acto grotesco y falto a la ética de la comunicación echarla con semejante nota al final de su columna, en la que Claudia cuestiona el trabajo periodístico del diario. Ahora les queda claro a los columnistas y colaboradores lo que ya nos quedaba claro a muchos de sus lectores: el trabajo periodístico y editorial de El Tiempo no se puede cuestionar, El Tiempo no se equivoca.
A mi me empezó a quedar claro cuando no encontré más la columna del Defensor del Lector, y me terminó de quedar claro cuando recibí la respuesta a mi carta en la que indagaba al periódico por dicha figura. Me contestaron, pero no recibí explicación alguna, ni siquiera me confirmaron ni negaron la desaparición de la columna. Por esos días tenía una crítica a un editorial del periódico y quería dirigirla al Defensor del Lector, pues sabía que el Director no la leería. Ante la ausencia del Defensor, la envíe a la dirección editorial, y claro, me quedé sin respuesta.
No voy a entrar a calificar el contenido de la columna de Claudia López, pero no se nos olvide que debe ponderarse desde su definición de artículo de opinión. Bien podría ser leída como una carta al Defensor del Lector, por lo que invito a referirse a ella a Felipe Zuleta, Nora Sanín, Leopoldo Villar, Javier Darío Restrepo, Germán Rey, Patricia Lara, Cecilia Orozco y María Clara Mendoza; quienes ejercieron esa función durante los 16 años que duró. La figura aparentemente desapareció en septiembre del 2008. Los lectores de El Tiempo ya no tenemos quien nos defienda, El Tiempo no se equivoca, su periodismo es incuestionable.
He reconocido y admirado la seriedad del trabajo previo del actual director de El Tiempo, Roberto Pombo, por eso esta "N. de la D." al final de dicha columna me causó tanta extrañeza. De ese antiguo respeto ahora sólo me queda desconfianza e incredulidad editorial, tristeza por el periodismo colombiano, desazón como lector y lastima por la decadencia ética y periodística del diario de mayor circulación en Colombia.
---
Nota posterior a la publicación:
Por su pertinencia y componente pedagógico, tanto para El Tiempo como para todos los medios de comunicación, transcribo lo que le dijo Germán Rey, reconocida autoridad en el tema, a BBC Mundo:
El analista de medios Germán Rey, quien fue defensor del lector de El Tiempo, le expresó a BBC Mundo que el despido de López fue "verdaderamente denigrante para el periodismo colombiano".
"La opinión es libre y documentada con diferentes perspectivas, y los lectores tenemos pleno derecho a escuchar versiones diferentes sobre las realidades que vive Colombia", se quejó Rey.
Según el experto, el caso ratifica que los medios de comunicación, como poderes fácticos, les exigen responsabilidades a los otros poderes, pero no quieren que se las pidan a ellos.
"Los medios son muy poco democráticos internamente", subrayó.
Fuente: BBCMundo.com
No me sorprende la intención del periódico de despedir a Claudia López como columnista, pero me resulta de tremendo mal gusto e incluso un acto grotesco y falto a la ética de la comunicación echarla con semejante nota al final de su columna, en la que Claudia cuestiona el trabajo periodístico del diario. Ahora les queda claro a los columnistas y colaboradores lo que ya nos quedaba claro a muchos de sus lectores: el trabajo periodístico y editorial de El Tiempo no se puede cuestionar, El Tiempo no se equivoca.
A mi me empezó a quedar claro cuando no encontré más la columna del Defensor del Lector, y me terminó de quedar claro cuando recibí la respuesta a mi carta en la que indagaba al periódico por dicha figura. Me contestaron, pero no recibí explicación alguna, ni siquiera me confirmaron ni negaron la desaparición de la columna. Por esos días tenía una crítica a un editorial del periódico y quería dirigirla al Defensor del Lector, pues sabía que el Director no la leería. Ante la ausencia del Defensor, la envíe a la dirección editorial, y claro, me quedé sin respuesta.
No voy a entrar a calificar el contenido de la columna de Claudia López, pero no se nos olvide que debe ponderarse desde su definición de artículo de opinión. Bien podría ser leída como una carta al Defensor del Lector, por lo que invito a referirse a ella a Felipe Zuleta, Nora Sanín, Leopoldo Villar, Javier Darío Restrepo, Germán Rey, Patricia Lara, Cecilia Orozco y María Clara Mendoza; quienes ejercieron esa función durante los 16 años que duró. La figura aparentemente desapareció en septiembre del 2008. Los lectores de El Tiempo ya no tenemos quien nos defienda, El Tiempo no se equivoca, su periodismo es incuestionable.
He reconocido y admirado la seriedad del trabajo previo del actual director de El Tiempo, Roberto Pombo, por eso esta "N. de la D." al final de dicha columna me causó tanta extrañeza. De ese antiguo respeto ahora sólo me queda desconfianza e incredulidad editorial, tristeza por el periodismo colombiano, desazón como lector y lastima por la decadencia ética y periodística del diario de mayor circulación en Colombia.
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Nota posterior a la publicación:
Por su pertinencia y componente pedagógico, tanto para El Tiempo como para todos los medios de comunicación, transcribo lo que le dijo Germán Rey, reconocida autoridad en el tema, a BBC Mundo:
El analista de medios Germán Rey, quien fue defensor del lector de El Tiempo, le expresó a BBC Mundo que el despido de López fue "verdaderamente denigrante para el periodismo colombiano".
"La opinión es libre y documentada con diferentes perspectivas, y los lectores tenemos pleno derecho a escuchar versiones diferentes sobre las realidades que vive Colombia", se quejó Rey.
Según el experto, el caso ratifica que los medios de comunicación, como poderes fácticos, les exigen responsabilidades a los otros poderes, pero no quieren que se las pidan a ellos.
"Los medios son muy poco democráticos internamente", subrayó.
Fuente: BBCMundo.com
octubre 09, 2009
Malas Noticias: Nos salvaron de la crisis.
Dicen los dirigentes del mundo y expertos economistas que ya tocamos fondo. Que lo peor ya pasó. Que ahora viene la recuperación y paulatinamente el retorno a la prosperidad. La crisis económica mundial que se asomó en 2008 se empieza a esconder en 2009. Los tecnócratas hicieron bien la tarea: nos salvaron de la crisis.
Había que reparar las pequeñas fallas del modelo económico, sobre todo reparar pequeños detalles del omnipresente sistema financiero (con todo y la especulación en los mercados de capitales, las inconsistencias de la política monetaria, los desequilibrios de los créditos y el endeudamiento) y fortalecer la capacidad de producción a la vez que se fortalece la capacidad de compra: hay que poner a circular dinero para que los consumidores no dejen de hacer su tarea. Producir más para vender más. Eran necesarias las grandes inversiones de los gobiernos para salvar de la quiebra a grandes corporaciones financieras e industriales que por décadas habían tenido cifras muy favorables en sus estados de resultados. Algunos analistas se entretuvieron en el consecuente debate conceptual sobre la participación del Estado en los medios de producción, otros en pronosticar la magnitud y la duración de la crisis, la mayoría en buscar formulas de reactivación. Todos dentro del mismo marco discursivo, nada nuevo.
Había que salvar al mundo de la crisis, hacerlo cuanto antes, y ya se hizo la tarea. Ya se reajustó el modelo, ya empezó de nuevo el crecimiento. Seguimos sumergidos, de lleno, ahogados, en la falacia del crecimiento. Que mala noticia.
Era demasiado esperar que se revisara el modelo de fondo, era demasiado iluso que por lo menos se revisara el discurso. Hace poco, en la Universidad Veracruzana, en una conferencia sobre los 50 años de la revolución cubana, escuché a Carlos Alzugaray, ex-diplomático e intelectual cubano, afirmando que Cuba necesita producir más para crecer y reactivar la económica. La teoría del crecimiento (y del producir y producir) está por encima de las ideologías.
Nos salvaron de la crisis, se salvó el sistema. Son buenas noticias para nuestro corto plazo de consumidores, tendremos más dinero en el bolsillo y saldos renovados en la tarjeta de crédito para salir a comprar. Son buenas noticias para los bancos y las corporaciones. Son buenas noticias para las instituciones que rigen el funcionamiento del mundo. Continúa la falacia. Sobrevenir la crisis y restaurar el modelo de crecimiento, oferta y demanda es la peor noticia que podamos tener como humanidad (sobre todo para las generaciones futuras), tal vez la peor en siglos.
Voy a dejar aquí y espero ahondar en este tema en el futuro. Prefiero invitarlos a leer las siguientes referencias con elementos para el análisis:
Algo bueno de la crisis: cae el C02 (BBC Mundo).
La recesión provoca un brusco descenso de las emisiones de CO2 (Expansión.com - Financial Times).
Había que reparar las pequeñas fallas del modelo económico, sobre todo reparar pequeños detalles del omnipresente sistema financiero (con todo y la especulación en los mercados de capitales, las inconsistencias de la política monetaria, los desequilibrios de los créditos y el endeudamiento) y fortalecer la capacidad de producción a la vez que se fortalece la capacidad de compra: hay que poner a circular dinero para que los consumidores no dejen de hacer su tarea. Producir más para vender más. Eran necesarias las grandes inversiones de los gobiernos para salvar de la quiebra a grandes corporaciones financieras e industriales que por décadas habían tenido cifras muy favorables en sus estados de resultados. Algunos analistas se entretuvieron en el consecuente debate conceptual sobre la participación del Estado en los medios de producción, otros en pronosticar la magnitud y la duración de la crisis, la mayoría en buscar formulas de reactivación. Todos dentro del mismo marco discursivo, nada nuevo.
Había que salvar al mundo de la crisis, hacerlo cuanto antes, y ya se hizo la tarea. Ya se reajustó el modelo, ya empezó de nuevo el crecimiento. Seguimos sumergidos, de lleno, ahogados, en la falacia del crecimiento. Que mala noticia.
Era demasiado esperar que se revisara el modelo de fondo, era demasiado iluso que por lo menos se revisara el discurso. Hace poco, en la Universidad Veracruzana, en una conferencia sobre los 50 años de la revolución cubana, escuché a Carlos Alzugaray, ex-diplomático e intelectual cubano, afirmando que Cuba necesita producir más para crecer y reactivar la económica. La teoría del crecimiento (y del producir y producir) está por encima de las ideologías.
Nos salvaron de la crisis, se salvó el sistema. Son buenas noticias para nuestro corto plazo de consumidores, tendremos más dinero en el bolsillo y saldos renovados en la tarjeta de crédito para salir a comprar. Son buenas noticias para los bancos y las corporaciones. Son buenas noticias para las instituciones que rigen el funcionamiento del mundo. Continúa la falacia. Sobrevenir la crisis y restaurar el modelo de crecimiento, oferta y demanda es la peor noticia que podamos tener como humanidad (sobre todo para las generaciones futuras), tal vez la peor en siglos.
Voy a dejar aquí y espero ahondar en este tema en el futuro. Prefiero invitarlos a leer las siguientes referencias con elementos para el análisis:
Algo bueno de la crisis: cae el C02 (BBC Mundo).
La recesión provoca un brusco descenso de las emisiones de CO2 (Expansión.com - Financial Times).
"...En esta megacrisis todavía usamos el lenguaje del desarrollo, «enriquecido», por así decirlo, con la introducción de los principios más reaccionarios desenterrados del cementerio de la economía neoclásica. Entonces lo que tenemos ahora es un lenguaje basado en el entusiasmo del crecimiento y la expansión económica ilimitados frente a una realidad de crecientes colapsos sociales y ecológicos. Esto significa que estamos viviendo -y esto puede ser una de las características principales de la crisis actualen una situación de incoherencia peligrosa: nuestro lenguaje es incoherente con nuestro desafío histórico..."
Max Neef en "Desarrollo a escala humana"
(refiriéndose a la crisis desatada desde los 70´s).
(refiriéndose a la crisis desatada desde los 70´s).
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