Había que reparar las pequeñas fallas del modelo económico, sobre todo reparar pequeños detalles del omnipresente sistema financiero (con todo y la especulación en los mercados de capitales, las inconsistencias de la política monetaria, los desequilibrios de los créditos y el endeudamiento) y fortalecer la capacidad de producción a la vez que se fortalece la capacidad de compra: hay que poner a circular dinero para que los consumidores no dejen de hacer su tarea. Producir más para vender más. Eran necesarias las grandes inversiones de los gobiernos para salvar de la quiebra a grandes corporaciones financieras e industriales que por décadas habían tenido cifras muy favorables en sus estados de resultados. Algunos analistas se entretuvieron en el consecuente debate conceptual sobre la participación del Estado en los medios de producción, otros en pronosticar la magnitud y la duración de la crisis, la mayoría en buscar formulas de reactivación. Todos dentro del mismo marco discursivo, nada nuevo.
Había que salvar al mundo de la crisis, hacerlo cuanto antes, y ya se hizo la tarea. Ya se reajustó el modelo, ya empezó de nuevo el crecimiento. Seguimos sumergidos, de lleno, ahogados, en la falacia del crecimiento. Que mala noticia.
Era demasiado esperar que se revisara el modelo de fondo, era demasiado iluso que por lo menos se revisara el discurso. Hace poco, en la Universidad Veracruzana, en una conferencia sobre los 50 años de la revolución cubana, escuché a Carlos Alzugaray, ex-diplomático e intelectual cubano, afirmando que Cuba necesita producir más para crecer y reactivar la económica. La teoría del crecimiento (y del producir y producir) está por encima de las ideologías.
Nos salvaron de la crisis, se salvó el sistema. Son buenas noticias para nuestro corto plazo de consumidores, tendremos más dinero en el bolsillo y saldos renovados en la tarjeta de crédito para salir a comprar. Son buenas noticias para los bancos y las corporaciones. Son buenas noticias para las instituciones que rigen el funcionamiento del mundo. Continúa la falacia. Sobrevenir la crisis y restaurar el modelo de crecimiento, oferta y demanda es la peor noticia que podamos tener como humanidad (sobre todo para las generaciones futuras), tal vez la peor en siglos.
Voy a dejar aquí y espero ahondar en este tema en el futuro. Prefiero invitarlos a leer las siguientes referencias con elementos para el análisis:
Algo bueno de la crisis: cae el C02 (BBC Mundo).
La recesión provoca un brusco descenso de las emisiones de CO2 (Expansión.com - Financial Times).
"...En esta megacrisis todavía usamos el lenguaje del desarrollo, «enriquecido», por así decirlo, con la introducción de los principios más reaccionarios desenterrados del cementerio de la economía neoclásica. Entonces lo que tenemos ahora es un lenguaje basado en el entusiasmo del crecimiento y la expansión económica ilimitados frente a una realidad de crecientes colapsos sociales y ecológicos. Esto significa que estamos viviendo -y esto puede ser una de las características principales de la crisis actualen una situación de incoherencia peligrosa: nuestro lenguaje es incoherente con nuestro desafío histórico..."
Max Neef en "Desarrollo a escala humana"
(refiriéndose a la crisis desatada desde los 70´s).
(refiriéndose a la crisis desatada desde los 70´s).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario